FIN DE AÑO

Nuestras vidas pasan por el tiempo y el paso del tiempo enmarca nuestras vidas.

Les voy a plantear un ejemplo para reflexionar sobre la potencia de nuestras decisiones: Me despierto de mejor humor a las siete menos cuarto que a las seis y cuarenta y cinco. Es cierto, a veces me despierto a las siete menos cuarto y otras a las seis y cuarenta y cinco. Hago referencia a la divulgada alusión de ver vasos medio llenos o medio vacíos.

Nuestras decisiones narrativas son la clave. Se puede diferenciar lo que es real, de aquello que construimos como realidad; lo real de un vaso a medias, aguardando su intérprete. También es cierto que un vaso a medias no es deleznable ya que en ocasiones no hay ni vaso.

Hay distintas clases de decisiones, aquellas que gracias a nuestro movimiento hacen surgir nuevas realidades y están aquellas decisiones que deben partir inevitablemente de lo que ocurre.

De nuestra relación a lo inevitable surge gran parte de nuestro estado de ánimo.

Es inevitable lo que ocurre, ahora bien, ¡con lo que ocurre podemos hacer un montón!

Lleno, vacío, medio lleno, medio vacío, lleno de vacío, vacío de lleno.

¿Qué haremos con lo inevitable de fin del año, cómo lo viviremos? ¿Terminaremos, comenzaremos, llegaremos, concluiremos, postergaremos?

Seguramente cada verbo sea un “casillero” más o menos ocupado en cada uno de nosotros.

Sentirse bien es conectar con uno mismo, registrarse, tenerse en cuenta. En esa vuelta por uno mismo encontramos sentimientos, sensaciones placenteras, malestares….

Es importante que consideremos el tiempo que estamos viviendo al preguntarnos cómo nos sentimos.

Este año que termina no tuvo cuarentenas y de a poco, palabras, conductas y gestos asociados a la pandemia volvieron a alejarse de la vida cotidiana.

El conocimiento que adquirimos fue nuestra respuesta a esta situación tan singular y en tanto se va distanciando nuestro presente del tiempo pandémico, ganamos perspectiva para identificar cómo respondimos a lo que nos fue inevitable. Hacer lo mejor posible con ello es donde reside nuestra potencia.

Decirle que sí a lo que no pudimos elegir es inteligente, ya que de esa forma aceptamos y tomamos lo que se impone de modo creativo y animado. Empujando los hechos hacia el sentido que mejor nos represente.

No me refiero a una aceptación pasiva sino al esfuerzo por trascender las dificultades inherentes a la vida misma.

Les deseo deseos, buenas narrativas y tolerancia con lo inamovible.

 

Lic. Alejandro Wartenberger | Psicopatología
Sanatorio Clínica Modelo de Morón