La parálisis facial es un trastorno neuromuscular causado por la lesión de las vías motora y sensorial del nervio facial, que ocasiona una alteración del movimiento en los músculos del rostro, en la secreción de saliva, lágrimas, y en el sentido del gusto.
El inicio de la vía nerviosa responsable del movimiento de la cara comienza en la corteza cerebral y finaliza en los músculos de la expresión facial. Las lesiones producidas en algún punto de este trayecto provocarán los diferentes síntomas que la caracterizan.
Teniendo en cuenta el recorrido complejo de este nervio, es de suma importancia que el médico interviniente en la atención del paciente con parálisis facial realice la diferenciación entre dos tipos de presentación: parálisis facial periférica y parálisis facial central.
Las lesiones periféricas producen parálisis de los músculos de la mitad de la cara, acompañado de alteraciones en la secreción de lágrimas y saliva, y alteración del gusto.
La parálisis de origen central se diferencia de las parálisis periféricas por la presencia de síntomas de afectación de otras estructuras cerebrales, y la preservación de los músculos de la frente y del parpado.
La etiología de la parálisis facial periférica, la más común de todas las formas, suele ser desconocida, recibiendo esta forma idiopática, el nombre de parálisis de Bell. Puede ser causada, además, por tumores, aneurismas, enfermedad de Paget; infecciones bacterianas: sífilis, lepra; infecciones víricas: Epstein Barr, sarampión, rubéola, rabia, parotiditis, virus de inmunodeficiencia humana, citomegalovirus y herpes zoster. La parálisis facial bilateral, rara vez es idiopática presentándose en el Síndrome de Guillain - Barre, mononucleosis infecciosa, entre otras.
Datos para tener en cuenta incluyen que puede ser precedida de un proceso catarral de tipo vírico, presentar una instauración rápida que oscila entre pocas horas a 1 día. Son factores de mal pronóstico: edad mayor a 50 años, hipertensión arterial, diabetes mellitus, enfermedad sistémica, evolución de los síntomas en forma insidiosa y lenta, en cuyo caso pueden quedar secuelas y tener una evolución mas tórpida.
De lo contrario, la parálisis facial periférica idiopática tiene una recuperación completa de forma espontánea (incluso sin tratamiento alguno) en el 60-80%, en pocas semanas.
Para hacer el diagnóstico es suficiente un adecuado examen clínico, no siendo necesarios ningún tipo de estudios complementarios, y éstos solo serán solicitados cuando el médico considere oportuno descartar causas secundarias como mencionábamos antes.
El tratamiento es fundamentalmente médico, aunque no hay un tratamiento propio al no existir una etiopatogenia suficientemente probada. En todos los casos será necesario la protección del ojo con gafas de sol, uso de lágrimas artificiales, aplicación de pomadas epitelizantes y la protección ocular durante el sueño (oclusión). De acuerdo con cada caso en particular, se recomendará el uso de antivirales, antiinflamatorios, y complejos vitamínicos para estimular la recuperación del nervio inflamado. También existen ejercicios de estimulación kinésica para la rehabilitación facial. Pero por muy precoz que se instaure el tratamiento, siempre estaremos tratando las causas de una enfermedad ya establecida, logrando en este sentido intentar disminuir el tiempo de recuperación e insertar en su actividad social y laboral más precozmente al individuo.
Siempre es importante la consulta oportuna con un profesional médico.
Dr. Adrián Pablo Dévoli | Médico de Planta Servicio Clínica Médica.
Sanatorio Clínica Modelo de Morón.
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