HISTORIA CLÍNICA FANTÁSTICA N° 11
El Profesor Recetario
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HISTORIAS CLÍNICAS FANTÁSTICAS

Los amables lectores comprenderán, a esta altura de los acontecimientos, que nuestro clínico, en ocasiones, presentaba episodios compatibles con alucinaciones de diverso tipo y grado. Los días en los cuales terminaba de atender por largas horas su consultorio, había ocasiones en las cuales se quedaba mirando fijo su escritorio y pasados dos o tres minutos tenía la impresión que los pocos elementos que lo rodeaban comenzaban a tomar vida propia: en algunas oportunidades era su sello, en otras el bolígrafo, pero las más interesantes eran aquellas en las que era visitado por el Profesor Recetario.

En general, el Profesor tomaba la palabra. -¿Cómo está Doctor? Le decía la voz que salía clara y fresca de las hojas blancas de su austero Recetario. La primera vez que escuchó sus palabras, temió por su integridad psíquica, pero con el tiempo, se le fue pasando. Sabía que estaba un poco trastornado y se justificaba a sí mismo diciéndose: ¿qué puedo esperar después de escuchar, observar, examinar, pensar, diagnosticar, tratar, pronosticar, calmar, consolar, a más de quince pacientes cada tarde? Así no hay psiquismo que aguante...En fin...

-Bueno, querido Profesor Recetario, estoy un poco cansado y escuchando la voz de un montón de papeles en blanco como Ud., pero estoy bien.

-Bueno, no se ponga así Doctor, por los menos ya está acostumbrado a dialogar conmigo.

-Si, si, no es con Ud. Recetario, es que la tarea del consultorio hecha a conciencia cansa un poco, vio, es por el Juramento. De todas formas yo creo que Ud. tiene ganas de hablar por que yo no lo fatigo mucho.

-Así es Dr. Yo soy un privilegiado, Ud. no sabe lo que me cuentan los otros Recetarios.

-No, no sé, dijo sinceramente el Dr., cuénteme.

-Mire, parece que los otros médicos, no le ofrecen tregua a mis colegas Recetarios. Le dan al papel como locos.

-No me diga, como es la cosa?

-Mire, Dr, como al paciente ya no lo escuchan, menos lo revisan y casi no le hablan, los médicos se dedican a escribir en el Recetario. Bueno escribir es una forma decir, por que la letra no se entiende a pesar que está documentado que esos errores le ocasionan mas de un problema a los pacientes.

-Y además de la mala letra de los médicos, ¿que les pasa a los otros Recetarios? Inquirió nuestro clínico.

-Es así: parece que el secreto de la medicina del siglo XXI está en solicitar tantos análisis, radiografías, ecografías, tomografías y resonancias como sea posible, y debido a que los los médicos y los pacientes creen que ellos no las pagan, piden, piden y piden.

-Es que ellos no tuvieron la suerte que tuve yo, dijo nuestro clínico. Recuerdo que la primera vez que escuche su voz y se me paso el susto, Ud. me dijo amablemente que lo usara con cautela y juicio clínico. Hasta recuerdo sus palabras textuales: -Dr. no pida estudios sin sentido, solicite los que confirmen su pensamiento. Y tampoco anote exámenes porque los desea el paciente. La primera conducta, es riesgosa, porque de tanto pedir estudios algo va a encontrar y después no sabrá que hacer con ese hallazgo inesperado porque no explica la causa del motivo de consulta del paciente y por otro lado, si el enfermo condiciona su accionar, no podrá ejercer el sano criterio médico, cuando el paciente lo necesite de verdad. La relación entre el médico y el paciente debe ser de confianza.

-Y a Ud. así no le fue tan mal, Dr, no?

-Es cierto, no lo había pensado de sea manera, dijo el médico. Es que no todos mis colegas tuvieron la suerte de tener un Profesor Recetario como yo, que el primer día me dijo: -Calma doctorcito, que no soy un cheque en blanco. Antes de usar el bolígrafo para escribir; utilice sus neuronas para pensar y así nos vamos a llevar bien!

El Profesor Recetario tenía ganas de hablar esa noche porque le siguió diciendo a nuestro clínico: -Y Ud. no sabe la cantidad de medicamentos que recetan sus colegas. Mis amigos Recetarios no dan abasto: en ocasiones diez o quince fármacos para cada síntoma del paciente...y toda esa farmacia todos los meses...

-Quédese tranquilo Recetario, yo sólo indico lo justo y necesario, mire me salió en verso, que tal?

-Y así da gusto, Dr. Sólo recuerdo algunas ocasiones en que el trazo de su birome se pone tenso sobre el papel. Es más le puedo anticipar que le aumenta la frecuencia cardíaca y se le sonroja la piel de la cara.

-Y sí Recetario, Ud. ya sabe que me vuelvo más loco de lo que estoy cuando los pacientes me piden que les estire los días en los certificados de reposo. Si está enfermo, está bien no se puede trabajar con fiebre de 38º o con dolores inmovilizantes, pero eso de venir los lunes o los viernes para alargar los fines de semana, con gastroenteritis o resfríos incomprobables, me pone de pésimo humor y no los hago. Si los pacientes quieren tomarse un día de vacaciones, bueno esta bien, que lo hagan a su propio costo y no culpando a su enfermedad imaginaria. Este país es increíble, si las personas no tienen trabajo, se preocupan y lo buscan; ahora, cuando lo encuentran, algunos se abusan del beneficio secundario de la enfermedad. Como pasa siempre, lo mas parecido a la verdad, lo razonable, está en el justo medio, no se puede trabajar con una enfermedad agudamente sintomática, pero no pidamos un mes de reposo por dolores inexistentes, cuando en el barrio todos te vieron jugar al futbol durante tres horas, el último sábado...

-Tranquilo Dr, no se ponga así, le va a hacer mal.

-Esta bien, Profesor Recetario, sigamos la charla con tranquilidad, dijo el médico.

-Para terminar Dr., le cuento otra nota de color. Algunos Recetarios amigos me dicen que sus colegas anotan debajo de sus nombres, tantos títulos, cargos y especialidades que ocupan más de media carilla y casi no tienen lugar para escribir..., aunque sea con mala letra...

Y en ese preciso instante la voz se fue. Sólo quedaba delante del médico, su austero Recetario, en el cual se podía leer:

N.C. (por Nuestro Clínico)
Médico
Matrícula Número...


Dr. José Luis Leone
Coordinador Comité de Docencia e Investigación
Clínica Modelo de Morón.

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