Los seres humanos somos racionales. Pasamos los días con la mente en diferentes escenarios, ideas o preocupaciones. De hecho, resulta difícil recordar un momento en el que no hayamos estado pensando en nada. En este sentido, se estima que tenemos una media de 90.000 pensamientos al día! Y que de estos, el 90% giran en torno a los mismos asuntos.
Los pensamientos son procesos cognitivos los cuales contienen una increíble capacidad para influenciar en nuestra fisiología y en nuestras emociones, ya que es de ellos principalmente de los que dependemos para explicar cómo nos sentimos y cómo actuamos. “No son las cosas en sí mismas las que nos perturban, sino nuestra interpretación de ellas”. Así, actualmente existe evidencia a favor de que estos, pueden ser responsables tanto de nuestro bienestar como incluso de diferentes enfermedades. Desde la neurociencia se ha venido demostrando que los pensamientos modifican la estructura y funcionamiento de circuitos neuronales, los cuales se conforman de neurotransmisores que liberan sustancias con
diferentes efectos en nuestro organismo y estado de ánimo. Además, cuando activamos a menudo el mismo circuito, este se refuerza y consolida, hasta el punto de poder llegar a automatizarse, por lo que la repetición de ciertos pensamientos puede llegar a convertirse en un hábito. Por ello, si gran parte del tiempo la dedicamos a pensar sobre unos mismos temas, se fortalecen una serie de circuitos y redes que repercutirán en cómo nos sentimos, y como consecuencia, en cómo actuamos.
De esta forma, si esta espiral se conforma de pensamientos negativos, el circuito será inevitablemente negativo, pudiendo aparecer problemas como ansiedad o depresión. En cambio, si acostumbramos a pensar en situaciones positivas y agradables, se activarán aquellos circuitos relacionados con sensaciones de bienestar, seguridad y placer. Es cierto pero, que en ocasiones es inevitable estar preocupados, sea porque acabamos de vivir una situación desagradable, o porque anticipamos un escenario que percibimos como peligroso. Lo importante es procurar identificar estas situaciones, y no pasar mucho tiempo retroalimentando la negatividad.
Estrategias como la reestructuración cognitiva y el mindfulness son alternativas útiles y eficaces para manejar nuestros pensamientos y salir del automatismo. Esto además, fomenta que aparezcan emociones positivas, y que nuestros actos y elecciones se lleven a cabo con mayor seguridad y autoestima.
Identificar el contenido de nuestros pensamientos y las creencias que los determinan, es el primer paso para ir retomando el poder sobre nuestra propia mente y no dejar que esta nos domine a nosotros.
Dra. Alicia M. Miguez | Clínica Médica - Psiquiatría y Psicología Médica -
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Sanatorio Clínica Modelo de Morón.